Revolución Mexicana, una lucha que sigue vigente…
Cada 20 de
noviembre se conmemora la Revolución Mexicana iniciada en 1910. Desde los
primeros años de escuela nos enseñan que el motivo de la revolución fue
derrocar una dictadura personal, la de Porfirio Díaz, cuya regencia duró
treinta años, tiempo suficiente para mantener a un país a expensas de los intereses
extranjeros y al pueblo en un estado permanente de estupor a causa de la
ignorancia, el atraso y la pobreza.
Pero a pesar de
que el futuro no parecía favorecedor para el pueblo, surgieron nuestros héroes revolucionarios;
Francisco I. Madero, acuñador del lema que marcó al sistema político mexicano “Sufragio
efectivo, no reelección” y precursor de la revolución, el general del Ejercito
Libertador del Sur, Emiliano Zapata, líder campesino cuyo motivo de pelea fue
la tierra y la libertad, he ahí su distinguida frase “la tierra es para quien
la trabaja” , Pancho Villa “el centauro del norte” liberando al pueblo del
feudo y el abuso, Álvaro Obregón, un general quien cabalgaba con la mente llena
de esperanzas aplazadas de una clase media naciente y por último, Venustiano
Carranza, cuya ética siempre fue las leyes por encima de las armas. Cada uno de
ellos luchaba por una causa diferente, pero compartían el mismo objetivo: el
fin de la dictadura de Porfirio Díaz.
Una vez vencida
la dictadura, la revolución nos entregó una constitución en 1917 que reconoce
las libertades de culto, expresión y asociación, enseñanza gratuita y laica y
jornadas de trabajo de 8 horas. Nos entregó educación, arte, cultura, industria
y la posibilidad de una mejor vida para los trabajadores, así como el
nacimiento de la clase media.
No obstante, A
pesar de las innovaciones que vivía el país, faltaba ese algo que acapara gran
parte de los valores de la revolución como la primacía de leyes, el esfuerzo
social y el trabajo; la democracia. Según
Carlos Fuentes, fue en aquel trágico día del 2 de octubre de 1968, cuando en la
plazuela de Tlatelolco el mismo ejército mexicano asesinó a sangre fría a jóvenes
estudiantes educados en la escuela de la Revolución y que su único objetivo era
recordar de manera pacífica al país por qué tuvimos nuestros héroes y la razón
de su lucha contra el abuso de poder y la injusticia. Esto mostro la otra cara
de dicho movimiento; una revolución sin
democracia.
Después de ése
horrido episodio, la humanidad de nuestros gobernadores se les escapó de las
manos para revivir un sistema de gobierno que ya creíamos extinto, donde uno se
siente con el “derecho divino” de hacer y deshacer el país a su gusto. Y actualmente
se siguen viviendo momentos (que parecen eternos) de corrupción, desigualdad de
oportunidades, violencia y pobreza extrema. Mientras los altos mandatarios viven
a expensas de las riquezas del país, el estupor del pueblo sigue latente a través
del bombardeo masivo de información abrumante y contenido basura de los medios masivos y todo para que al final del
día estando en la soledad y el silencio de nuestras habitaciones, nos animemos
a abrir los ojos aunque sea solo por un momento, no nos queda de otra más que
caer en el conformismo y la mediocridad.
¿Existe una
manera de legitimar el sacrificio de nuestros antepasados para darnos un país
libre de corrupción, un hecho que nos motive a luchar por la garantía de nuestro
porvenir? Para hallar la respuesta a la incógnita, es necesario dirigirse a la distinguida novela
del escritor mexicano Mariano Azuela Los
de abajo, una apología de la Revolución Mexicana como un movimiento de alto
sentido social e igualitario y que, como una piedra que cae al inmenso y oscuro
vacío, sigue vigente…
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